Cabe
precisar que la evaluación formativa tiene su base en el paradigma
constructivista, además según el Minedu (2019) destaca la búsqueda de evidencias
de manera intencionada, la interpretación de la misma, con criterios claros y
la toma de decisiones informada para planificar los próximos pasos.
La
evaluación es formativa en la medida en que las evidencias acerca del desempeño
de los estudiantes es buscada, interpretada y usada por los profesores, los estudiantes
o sus pares, para tomar decisiones acerca de los próximos pasos a seguir en la enseñanza
y el aprendizaje. También es un proceso que realimenta el aprendizaje.
Así
como profesores y estudiantes comparten metas de aprendizaje y evalúan
constantemente sus avances.
Proceso
sistemático en el que se recoge y valora información relevante acerca del nivel
de desarrollo de las competencias en cada estudiante, con el fin de contribuir
oportunamente a mejorar su aprendizaje .
Por otro lado, en el documento de las
orientaciones para la evaluación formativa indica que; “es un proceso permanente
y sistemático, por medio del cual se recopila y procesa información de manera metódica
y rigurosa para conocer, analizar y valorar los aprendizajes de las y los
estudiantes, y con base en ello retroalimentar sus aprendizajes y tomar
decisiones de manera pertinente para la práctica pedagógica y oportuna hacia la
enseñanza.
Además, siendo su función el de cumplir con la retroalimentación
permanente (Segura, 2018), entonces es muy importante lo anterior para el logro
de aprendizajes significativos, aprovechando el error como una oportunidad de
aprender.
Tomado
como referencia a los autores y documentos normativos se entiende la evaluación
formativa como un proceso permanente de comunicación y reflexión sobre los
procesos y resultados del aprendizaje. Es formativa porque se orienta a mejorar
esos procesos y se ajusta a las características y necesidades de los
estudiantes.