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Gestión curricular, comunidades de aprendizaje y liderazgo pedagógico


¿Qué entendemos por gestión curricular? 

 El concepto de gestión se relaciona a la capacidad de utilizar de manera eficaz y eficiente todos los recursos —humanos, materiales, de tiempo— que se tienen a la mano para poder alcanzar las metas o los objetivos que se tienen trazados. Es decir, tiene que ver con el conjunto de acciones que una persona o un equipo realizan para alcanzar las finalidades de un proyecto.

Para ello, hay que coordinar acciones y preocuparnos por tener a disposición los recursos indispensables. Además, cuando hablamos de gestión, tenemos que tener clara la diferencia entre los medios y los fines.

Los medios son solo eso, medios para alcanzar algo. Los fines son “ese lugar a donde queremos llegar”. Pero, en nuestras escuelas, muchas veces hemos puesto de relieve los documentos, los papeles en sí mismo y no la razón por la cual se elaboran: alcanzar aprendizajes significativos y permanentes en los estudiantes. Durante mucho tiempo, nuestras escuelas han funcionado bajo una lógica en la cual la administración se pensaba separada de la acción curricular y, por lo tanto, de los aprendizajes (Castro 2005). Sobre esto regresaremos en los siguientes párrafos. Antes de ahondar en el tema de la gestión curricular, es importante que profundicemos un poco en la reflexión sobre el currículo. El concepto de currículo viene a nuestra mente cuando mencionamos la educación o las escuelas, pero no necesariamente pensamos exactamente en lo mismo, ni le damos la misma importancia: algunos pensamos en documentos; algunos le damos importancia solo a las páginas en las que se encuentra el área que enseñamos o las áreas que consideramos más importantes. En realidad, el currículo es un instrumento de la política educativa; quizá es el más importante, pues nos muestra la visión de la educación que queremos. 

El currículo —al plantear el desarrollo de aprendizajes fundamentales e innegociables para todos— es el elemento articulador entre las políticas y las iniciativas de mejora de la inversión, la gestión y el fortalecimiento de capacidades en el sector, de infraestructura y renovación de los espacios educativos, de recursos y materiales educativos, de política docente y evaluación. El currículo nos debe dar los para qué, los qué, los cómo, los cuándo. 

El currículo plantea una serie de principios y orientaciones que generan una visión educativa compartida, estableciendo el ideal de sociedad que queremos alcanzar, y las características y competencias que queremos facilitar en las personas que buscamos acompañar a lo largo de su formación escolar. En esa línea, en la Ley General de Educación (LGE) se establece que el currículo (entendido como documento) contiene los aprendizajes que deben lograr los estudiantes al concluir cada nivel y modalidad señalando su progresión, así como la forma de evaluarlos. Pero si ampliamos el concepto, y entendemos el currículo como un proceso, tenemos la oportunidad de convertir el Currículo Nacional 2016 en el cimiento de aprendizajes relevantes y significativos. De allí que un currículo debe tener como norte las preocupaciones, las necesidades de los estudiantes y los desafíos de la sociedad actual, tanto personales como sociales, ciudadanos y profesionales.


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