Diversificación y planificación curricular
La diversificación curricular es
una medida extraordinaria que consiste en adaptar globalmente el currículo de
la enseñanza secundaria obligatoria a las necesidades individuales de ciertos
alumnos, con una organización distinta a la establecida con carácter general,
que ha de atender a las capacidades generales recogidas en los objetivos de la
etapa, y a los contenidos esenciales de las distintas áreas. La finalidad de
todo ello es que el alumnado que participe en estos programas pueda alcanzar
los objetivos generales, y obtener así el título de Graduado en Educación
Secundaria. Se inscribe en el marco de una concepción de currículo abierto y
flexible, que permite su adaptación a las condiciones de un grupo, o incluso de
un alumno o alumna. La diversificación trata de asegurar a determinados alumnos
una formación más amplia, general y versátil, que dé solución al llamado
"fracaso escolar", y que, aunque mantiene la máxima proximidad al
currículo ordinario, debe dar prioridad a los aprendizajes funcionales debido
al carácter terminal de la etapa.
Pero hay un aspecto que debe
destacarse, dado que no suele ser apreciado a simple vista, es el que incide
sobre lo que hemos dado en llamar carácter combinado de la competencia: el alumno,
mediante lo que sabe, debe demostrar que lo sabe aplicar, pero además que sabe
ser y estar. De esta forma vemos cómo una competencia integra los diferentes
contenidos que son trabajados en el aula (conceptos, procedimientos y
actitudes), ejemplo de una formación integral del alumno. En suma, estamos
reconociendo que la institución escolar no solo prepara al alumno en el
conocimiento de saberes técnicos y científicos, sino que lo hace también como
ciudadano, de ahí que deba demostrar una serie de actitudes cívicas e
intelectuales que impliquen el respeto a los demás, a ser responsable, a
trabajar en equipo... También es importante otro aspecto, al que muchas veces
no se le concede la importancia que tiene: formar en competencias permite hacer
frente a la constante renovación de conocimientos que se produce en cualquier
área de conocimiento. La formación académica del alumno transcurre en la
institución escolar durante un número limitado de años, pero la necesidad de
formación personal y/o profesional no acaba nunca, por lo que una formación
competencial en el uso, por ejemplo, de las tecnologías de la información y la
comunicación permitirá acceder a este instrumento para recabar la información
que en cada momento se precise (obviamente, después de analizarse su calidad).
Si además tenemos en cuenta que muchas veces es imposible tratar en profundidad
todos los contenidos del currículo, está claro que el alumno deberá formarse en
esa competencia, la de aprender a aprender.