En un principio el amarillo viene considerado el color del
sol, en casi todas las representaciones pictóricas el astro viene pintado de
este color, y el sol es, en muchas culturas, el astro de la divinidad. Al ser
asociado con la luz solar, del mediodía, del oro, se convierte en un color que
transmite alegría, calor y actividad. Simboliza el camino central y recto, el
curso de la acción ideal y noble que yace entre dos extremos.
En la antigüedad era un color muy apreciado: a los Romanos,
por ejemplo, les agradaba vestir prendas de este color durante las ceremonias y
las bodas.
En Oriente y en América del Sur el amarillo siempre fu
considerado positivamente: en Asia fue y sigue siendo asociado al poder, a la
riqueza y a la sabiduría, en China fue el color reservado al Emperador.